lunes, 7 de diciembre de 2009

CUARENTA AÑOS DE LA NUEVA MISA


Cuarenta años después

El domingo 30 de noviembre de 1969 entraba en vigor en la Iglesia el Misal Romano reformado por Paulo VI, conocido como Novus Ordo Missae, universalizándose así el mayor de los cambios realizados supuestamente en nombre del Concilio Vaticano II, siendo su fruto más visible. Gran Paradoja de esos tiempos peculiares de la Primavera de la Iglesia y del Nuevo Pentecostés: el fruto más visible del Concilio contradice al Concilio mismo, por lo menos a la constitución conciliar sobre la liturgia Sacrosanctum Concilium.

En los siguientes años se produciría uno de los más grandes acontecimientos de la historia de la humanidad: el cambio de ceremonias y lengua litúrgica de centenas de millones de personas, que cambiaron sus ceremonias ancestrales por otras aggiornadas.

El Novus Ordo -no sin dificultades- logró expandirse por toda la Iglesia universal de rito latino, en un proceso constante y abarcador. Pareciera que toda la fuerza de las estructuras eclesiales -acumulada por siglos- se utilizó en expandir y difundir una Reforma que sólo algunos años atrás -sin el aval todopoderoso de la Santa Sede y el amor al cambio vertiginoso que caracterizó a cierto "espíritu" ahora negado- hubiera sido considerada como inútil, en el mejor de los casos, por la mayoría del clero y del pueblo fiel, cuando no quizá peligrosamente protestantizada. Pero se logró imponer la Reforma, quizás mediante la última gran demostración de fuerza de las estructuras jerárquicas de la cúpula de la Iglesia latina.

Hay tantas cosas qué decir sobre el tumultuoso proceso de Reforma Litúrgica...¿Ha sido exitoso? ¿Cumplió con su raison d'être?

En primer lugar la razón de ser de la Reforma Litúrgica de los 60 sigue siendo un misterio. Circulan algunas hipótesis que nos llevan a explicaciones preliminares con respecto a los motivos de su existencia. Pero sólo la historia podrá mostrar claramente en el futuro las verdaderas razones que llevaron a la creación del Novus Ordo. Sin embargo, reflexionar un poco, basándonos en información verosímil manejada por todos.

Los Éxitos del Novus Ordo Missae

Si el hecho de que el NOM haya podido imponerse a lo largo del mundo católico, utilizando los últimos restos de energía de la Iglesia, puede considerarse como un éxito, quizá estemos ante el único del que puedan jactarse los reformadores litúrgicos. Claro que se requirieron sangre, sudor y lágrimas, y un brainwash precario pero efectivo a un clero angustiado por los tumultuosos éxodos de sus colegas, por la agitación política y las amenazas pseudoapocalípticas de la tecnología y reblandecidos por años de Simon Says y iuspositivismo espiritual disfrazado de "obediencia" y/o "sintonía" (¿?) -hace algunos años publicamos una historia de ribetes stalinanos al respecto-.

Pero alguien dirá que un éxito de la Reforma fue "acercar" la Iglesia a la gente, brindar "mayor participación" al pueblo fiel y potenciar la "creatividad litúrgica" de los "participantes" en la Eucaristía. En primer lugar si "acercar" la Iglesia a la gente significa la más drástica caída en la asistencia a Misa y la práctica sacramental en toda la historia de la Iglesia, pues sí fue un gran acercamiento, comparable quizás al impacto de un cometa sobre la Tierra o a ser atropellados por un tren (Cuenta Martin Mosebach, que cuando se celebraba la Misa Antigua, toda su familia, incluido su padre no creyente, asistían puntualmente a la Iglesia. Producida la Reforma Litúrgica, todo el mundo manifestó su conformidad diciendo cosas como: ¡Ya era hora! Pero nadie volvió a ir a Misa.) Con respecto a la "mayor participación", la cosa como que podría matizarse al descubrir que la mayoría de los "entusiastas" que todavía van a Misa y la disfrutan entre aplausos y baladas, gozando de su exhuberante renovación (especialmente en Latinoamérica), ignoran en qué consiste exactamente el evento en el que toman parte, sus efectos y su significado más básico. Es decir: la ignorancia sobre la liturgia ha alcanzado un monstruoso nivel nunca visto. Antes, hasta las ancianas analfabetas más oscuras de la feligresía (pero catequizadas, eso sí, con el "preconciliar" sistema del Catecismo), sabían que en la Santa Misa, Cristo se hace realmente presente bajo las Formas de Pan y Vino, de ahí la especial reverencia en el momento de la consagración y de la ostensión. Ahora, echen una miradita a cualquier misa local y verán que hasta el más pintao marisabidillo o beatón valora infinitamente más el abrazo de la paz que el inminente Agnus Dei (elevación salvífica de Cristo Crucificado, nueva Serpiente de Bronce que cura la enfermedad espiritual) , especialmente si hay alguna autoridad o personaje "sobable" entre los feligreses. Y ni qué hablar de otros aspectos de generalizada irreverencia. Finalmente, estando compuesto el rito -por definición- de sagradas repeticiones, la llamada "creatividad litúrgica" es antilitúrgica y es la principal razón de la presente inestabilidad del NOM y de su definitiva y futura desaparición.

Así que, más allá de haber sobrevivido de alguna manera hasta ahora, no ha existido ningún éxito -aun en términos puramente humanos- del Novus Ordo Missae.

Los fracasos del Novus Ordo Missae

1) Reemplazar definitivamente al Misal Romano Clásico: Basta leer la Constitución Apostólica Missale Romanum de Paulo VI -que acompañó la promulgación del NOM- y comprobar la subsecuente persecución, combate sistemático e intento de abolición de facto de la Misa según el Rito codificado por San Pío V, para darnos cuenta de algo obvio: los Reformadores creían -o querían hacernos creer, cosa más inteligente y también más siniestra- que el NOM "reemplazaba" definitivamente a la Misa Antigua. Que el NOM era la Misa Antigua, pero en lengua vernácula y "adaptada" a los "nuevos tiempos". Y que por lo tanto, nadie podía querer celebrar o asistir a una Misa Antigua, porque eso ya no existía. Gran Impostura desemascarada ya en los ochentas por una comisión de cardenales: la Misa Antigua es INABOLIBLE. Y el Rito Nuevo, es -como su nombre lo indica- Nuevo. El Novus Ordo, a pesar de su difusión lograda con dolores grandísimos, logró expandirse pero nunca reemplazar a la vieja Misa, que siguió existiendo, esperando la hora de la claridad y del sentido común.

2) Acercar la liturgia al hombre: En palabras de Paulo VI, acercarse a la lengua del pueblo, de este pueblo moderno, ávido de rapidez y claridad. Pues ya hemos escrito líneas arriba, acerca de los "éxitos" del acercamiento al hombre. Simplemente una nota: si alguien quiere acercarse a la lengua de este "pueblo moderno ávido de rapidez", pues tendría que hacer un nuevo Misal cada mes y también experimentar con nuevos formatos litúrgicos como el podcast, el PowerPoint, el Blackberry, la SitCom litúrgica, el Reality Show Litúrgico, el Talk Show Litúrgico y el Ipod eucarístico. Siendo que hasta Cicerón sabía lo lábil del lenguaje de las gentes, ahora, en el mundo del cambio vertiginoso y de las massmedias y virtualidades pantagruélicas, querer estar al día con las trends populares es mucho más imposible. Es que Paulo VI no era Cicerón y quería cazar el Aire con una resortera.

3) El Ecumenismo: Entre las razones discretas de la Reforma Litúrgica estaba el ecumenismo. Creíase que con una misa en vernáculo y un tanto más destridentinada "podíamos estar más cerca" de nuestros hermanos separados. Por lo menos era lo que creía -y quería- el entonces protestante Max Thurian, casualmente uno de los creadores del Novus Ordo.

Pero resulta que volvimos a apostar al caballo perdedor. Los protestantes "liturgicones" acabaron desapareciendo, quedando sólo unos cuantos deconstruidos posthumanos en las ruinas de lo que alguna vez fueron las chozas luteranas, calvinistas o anglicanas. Y los que crecieron -y crecen- fueron los evangelistas sin liturgia, los pentecostales dionisíacos y los fundamentalistas más antirromanos, para los cuales la misa en filipino o en latín, de espaldas o de cabeza, sigue siendo una aberración repugnante (aunque la Misa Vieja lo es más. Sabrán porqué...)

En conclusión, el Novus Ordo Missae no pudo reemplazar definitivamente a la Misa Antigua, ni contribuyó a acercar al hombre contemporáneo a la liturgia de la Iglesia o a "conmover" a los hermanos separados.

Su forma original se aproxima a ser reformada drásticamente (Dios lo quiera) y todo el Mundo -testigo de una de las más grandes tragicomedias de la historia- contempló todo el proceso con pena y risa: Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale sino para tirarla fuera y que la pisotee la gente. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así pues, brille vuestra luz ante los hombres, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos (Mt.5,
14-16).

Publicado en el Sacristan Serrano.
Enviado por el Padre Cardozo.