sábado, 19 de marzo de 2011

GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

Por Arturo Gallardo

Después de la Siempre Virgen María, el Santo Patriarca San José es el protector mas grande que tenemos en el cielo como afirman muchos santos, sus virtudes son como luz que perdura por toda la eternidad, por eso Dios le ha escogido y confiado la gran misión de ser el padre nutricio del Divino Redentor, Esposo de la Reina de los Cielos, Testigo de su Santidad, Custodio de su Pureza, Patriarca de la Sagrada Familia como afirma el Doctor de la Iglesia San Alfonso María de Ligorio. A San José hombre justo (Mt 1, 19) se le ha confiado la gran responsabilidad de custodiar a la Sagrada Familia, por eso es llamado con toda razón Custodio de las Vírgenes, porque esa es la misión que se le ha confiado, proteger a la Virgen María, y custodiar la Pureza del Niño Jesús. "El justo es amado de Dios y de los hombres, y su memoria se conserva en bendición. Hizole el Señor semejante en la gloria a los Santos, y engrandeciole, e hizole terrible a los enemigos; y el, con su palabra, hizo cesar las horrendas plagas. Glorificole ante los reyes; diole preceptos que promulgase a su pueblo y le mostró su gloria. Le Santifico por medio de su fe y mansedumbre, y escogiole entre todos los hombres. Oyo a Dios y su voz; y le hizo Dios entrar dentro de la nube. Y diole cara a cara los mandamientos y la ley de vida y de ciencia" (Ecles. 15, 1-6).

Este hombre de fe, que supo escuchar la voz de Dios como dice el libro del Eclesiástico, el todopoderoso lo ha tomado como su padre en la tierra, para ser su Vicario, y para enseñarle al Redentor el humilde oficio de carpintero. El crecimiento de Nuestro Señor "en sabiduría, edad y gracia (Lc 2, 52) se desarrollo en el ámbito de la Sagrada Familia, esto es, alimentar, vestir e instruir a Jesús en la Ley y en un oficio, como corresponde a los deberes de Padre. (Juan Pablo II Redemptoris Custos). Su fatiga diaria para llevar el sustento a su Familia, motivado por el amor a su Santísimo Hijo y su Bendita Esposa, hace de San José un ejemplo de la fidelidad en los deberes diarios, un modelo de trabajador, que desempeña su humilde oficio con paciencia y mansedumbre, con esfuerzo, y con gran confianza en la Divina Providencia. Es por eso que la Iglesia no duda en invocar a San José como patrono de los Trabajadores.

Nuestro Santo Patrono también esta íntimamente relacionado con los misterios de la infancia de Jesús, desde que el Divino Salvador estuvo por nueve meses en el vientre purisimo de la Virgen María, cuanto no irían en aumento las virtudes de San José hasta alcanzar la perfección. ¡Que Gloria mas grande que el haber tomado en sus brazos al Divino Redentor, sonreírle, abrazarle y sobre todo el haber escuchado de sus labios la palabra padre!. Moisés escucho la voz de Dios, como los profetas, ¡pero San José no solo lo escucho, sino que lo pudo tomar entre sus brazos!. Este es uno de los grandes misterios de Dios.. " y el Verbo de Dios se hizo carne y habito entre nosotros (Jn 1,14)". Decía el padre Faber (+1873) en sus escritos sobre San José, que el mando hace a los hombres profundos más humildes que la obediencia. La humidad de San José fue mantenida toda su vida por el oficio que tenía que desempeñar, de mandar a Jesús y de ser el superior de su Dios. La casita de Nazaret era como el blanco corporal extendido sobre el altar ¡Que prodigios de santidad debe haber encerrado una vida digna de semejante misterio, una vida que llegaba a semejante altura!. También hay que recordar que Nuestro Señor Jesucristo era conocido como el hijo de José el Carpintero (Jn 1, 45; 6, 42, Lc 4, 22 ), quién honraba a su padre y a su madre; ¡quién pudiese comprender con que amor Nuestro Señor honraba a sus Padres!. Por este misterio de la vida de Jesús, que como devotos a San José amamos y contemplamos, nos debe de servir como garantía para nunca dudar de su poderoso patrocinio.

Sin embargo aun cuando San José es conocido como el Santo del Silencio, sus virtudes, sus obras, sus actos de fe y protección dicen mas que mil palabras, por eso San Alfonso exclamaba: ¡Como era tu humildad, la que te ha llevado a guardar el silencio, a ponerte siempre el último, a vivir como un pobre carpintero, a parecer un pobre ignorante, sin aptitud, sin talento, sin apariencia y sin prudencia!. Cuanto más te has rebajado, más Dios te ha exaltado, junto a Él en la Gloria. Tus méritos son sorprendentes, tus privilegios son muy grandes. El cielo admira tus esplendores, el mundo está lleno de tus favores y hasta el purgatorio". Este Santo protector de las Familias, con su ejemplo nos enseña que a Dios no le importa que obremos en la tierra grandes cosas, sino que basta con cumplir su santa voluntad, obrar con amor en silencio, con humildad, en la sencillez y en la alegría de confiar por siempre en Él.

Y sobre todo lo que hace grande a este Santo Varón de Dios al igual que su Bendita Esposa, es su confianza en el Señor, pues supieron escuchar con gran humildad y docilidad la voz de Dios como nos dice la Sagrada Escritura: "Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1,19-20, 24). Lo mismo ocurrió cuando el Ángel del Señor le anuncio que huyera a Egipto para proteger al niño: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2,13. San José humildemente obedeció el mandato del Señor y tomo a su Bendita familia para llevarla a un lugar seguro, ya que Dios le había confiado esa gran responsabilidad. Y una vez concluido el exilio en Egipto con docilidad obedeció una vez mas la orden del Señor que les dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". (Mateo 2, 22).

Si contemplamos la misión de la Madre de Dios, es inseparable meditar la misión del Santo Patriarca José, al considerar estas palabras de la Escritura que dicen: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre" (Mt. 1,16). Sobre este misterio dice el Papa Leon XIII: "Es cierto que la dignidad de Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; mas, porque entre la beatísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad, por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro. Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella. El se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a sus propio padres. De esta doble dignidad se siguió la obligación que la naturaleza pone en la cabeza de las familias, de modo que José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia" (Enciclica Quamquam Pluries). Por eso podemos decir con San Bernardino de Siena que "siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? " Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años".

Santa Teresa de Jesús siempre recomendó la devoción a San José, el Santo más santo después de la Bendita Virgen María: "Querría yo persuadir a todos que fueran devotos a San José, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios"

¡Poderosísimo protector nuestro, Señor San José Ruega por nosotros!

Revelación a María de Agreda sobre San José

"Hija mía, aunque has escrito que mi esposo San José es excelentísimo entre los santos y príncipes de la celestial Jerusalén, pero ni tú puedes ahora manifestar su eminente santidad, ni los mortales pueden conocerla antes de llegar a la vida de la Divinidad, donde con admiración y alabanza del mismo Señor se harán capaces de este privilegio; el día último, cuando todos los hombres sean juzgados, llorarán amargamente los infelices condenados no haber conocido por sus pecados este medio tan poderoso y eficaz para su salvación (la devoción a San José), ni haberse valido de Él para ganarse la amistad de mi Divino Hijo, el justo juez. Y todos los del mundo han ignorado mucho los privilegios y prerrogativas que el Altísimo Señor concedió a mi Santo Esposo José y cuánto puede su intercesión con su Majestad y conmigo, porque te aseguro, muy querida hija, que en presencia de la Divina Justicia es uno de los grandes intercesores para detenerla contra los pecadores y alcanzar grandes mercedes.

Y por la noticia y la luz que de esto has recibido y recién escrito, quiero que seas muy agradecida a la dignación del Señor y al favor que en esto hago contigo; y de aquí en adelante en lo que queda de tu vida procures adelantarte en la devoción y cordial afecto a mi Santo Esposo José y bendecir al Señor, porque le favoreció con tantos dones y por el gozo que yo tuve de conocerlo. En todas tus necesidades te has de valer de su intercesión y solicitarle muchos devotos, y que las religiosas se fijen mucho en esto, pues lo que pide mi Esposo José en el Cielo concede el Altísimo en la tierra y a sus peticiones y palabras tiene vinculados grandes y extraordinarios favores para los hombres, si ellos no se hacen indignos de recibirlos.

Y todos estos privilegios corresponden a la perfección de este admirable Santo y a sus virtudes tan grandiosas, porque la Divina Misericordia se inclinó a ellas y le miró con mucho agrado, para conceder admirables misericordias para José y para los que acuden a su intercesión" .

Fuente. "Mistica ciudad de Dios de la Venerable María de Agreda con aprobación por decreto de los Papas Inocencio XI y Clemente XI"

Santa Faustina escribió en su Diario la siguiente experiencia: "San José me pidió tenerle una devoción constante. El mismo me dijo que rezara diaramente tres oraciones y la oración "Acuérdate" una vez al día. Me miró con gran bondad y me explicó lo mucho que está apoyando esta obra (La de la Misericordia ). Me prometió su especialisima ayuda y protección. Rezo diariamente las oraciones pedidas (Pater Noster, Ave María y Acuerdate San José) y siento su protección especial"

Oración Acuérdate San José

Acuérdate ¡Oh piadosisímo Patriarca y mi más querido Protector!, amado San José, que jamás se ha oído decir, que uno solo de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desamparado por Tí.

Yo pecador, animado con tal confianza, acudo a ti, ¡Oh Padre Nutricio del Verbo Encarnado!, a tí vengo, delante de tí, me presento bajo el peso de mis pecados.

No quieras ¡Oh Esposo Castísimo de la Virginal Madre de Dios, nuevo Abraham de Corazón traspasado y voluntad perfecta!, despreciar mis súplicas. Antes bien, dígnate escucharlas y cumplirlas benignamente. Amén.

Oración de León XIII

A Vos, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

A San José le hizo Dios Señor y Príncipe de su casa...Ya que tuvo como esposa a la Inmaculada Virgen María, de quien por obra del Espíritu Santo nació Nuestro Señor Jesucristo, quien, entre los hombres, se dignó ser tenido como hijo de José, y a él estuvo sometido" (Pio IX, Decr. Patrocinio de San José, 8-XII-1870).

Fuente: Semper Fidelis